Cuando la avioneta Cessna se precipitó en una zona pantanosa de Beni, la vida de cinco personas cambió para siempre. Un niño, tres pasajeros y un joven piloto enfrentaron la muerte, pero también vivieron un verdadero milagro.

Durante 48 horas, los sobrevivientes permanecieron sobre la panza del avión en medio del agua, rodeados de serpientes y caimanes. ¿Qué los salvó? La fe, el temple del piloto y hasta el olor de la gasolina, que ahuyentó a las fieras del pantano. Se alimentaron de chivé sellado, evitaron entrar en pánico y se mantuvieron unidos.

El rescate no vino del cielo, sino de la tierra: pescadores que, al escuchar gritos, remaron durante horas y se abrieron camino con machetes hasta encontrar a los desaparecidos. Uno por uno, los rescataron… y el primero en ser salvado fue el niño.
Los sobrevivientes agradecen a Dios, a la calma que mantuvieron y al coraje de quienes no se rindieron.
LA FAMILIA MANSILLA FUE LA PIEZA CLAVE EN EL HALLAZGO Y RESCATE DE LOS CINCO PASAJEROS DE LA AVIONETA DESAPARECIDA
En la selva espesa del Beni, mientras helicópteros y drones peinaban la zona desde el aire, un grupo de pescadores de la comunidad Casarabe hizo lo que parecía imposible: se internaron más de 10 horas en “Laguna El Galpón”, guiados solo por el conocimiento del área y esperanza.
Allí, entre mosquitos, pantanos y el olor a combustible, encontraron lo que el país entero esperaba: los cinco sobrevivientes con vida. Un niño, tres adultos y el piloto… aún aferrados a la panza de la avioneta.
Ellos les dieron agua, abrigo y algo aún más valioso: la primera señal de salvación.

Faiser Ayala, María Ester Cuéllar, Armando Mansilla, Lery Mansilla, Elian Mancilla, Rony Mansilla, Meida Senzano y Héctor Rea.
Ellos no fueron noticia… hasta ahora. Pero sin ellos, no habría historia que contar.