EFE

Luego de que medios nacionales y sectores productivos difundieran que Bolivia enfrenta un “riesgo de hambruna”, la Organización de Naciones Unidas (ONU) aclaró que esa situación no se refleja en su informe más reciente y que el término “hambruna” no aplica al contexto boliviano.
La aclaración fue realizada este martes por Anna Pont, coordinadora residente de la ONU en Bolivia, tras una reunión sostenida con autoridades del Gobierno en la Cancillería. La funcionaria explicó que el informe “Puntos críticos sobre el hambre” del Programa Mundial de Alimentos (PMA) no menciona a Bolivia entre los países con riesgo inminente de hambruna, ni siquiera entre los 13 de mayor preocupación.
“El término ‘hambruna’ tiene criterios técnicos específicos como tasas altas de desnutrición aguda, mortalidad y hambre extrema. Estos no aplican a Bolivia”, afirmó Pont.
Sin embargo, el informe sí advierte sobre un deterioro de la seguridad alimentaria en el país debido a factores como alta inflación, escasez de divisas y de combustibles, lo que compromete el acceso a alimentos para una parte significativa de la población.
En efecto, las últimas estadísticas del PMA, actualizadas a octubre de 2024, reportan que 2,2 millones de bolivianos (19% de la población) se encuentran en situación de inseguridad alimentaria aguda.
Por su parte, el Gobierno boliviano, a través del ministro de Planificación, Sergio Cusicanqui, valoró el respaldo de Naciones Unidas y aseguró que se mantendrá el impulso a la producción agrícola como una prioridad para garantizar el abastecimiento interno.
La aclaración llega en medio de una polémica generada por las recientes declaraciones del presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Klaus Frerking, quien advirtió de una supuesta “hambruna en curso” por la caída en la producción de leche, trigo y carne de pollo, situación que él atribuye a políticas erradas del Ejecutivo y falta de incentivos.
Aunque la ONU desestima el término “hambruna”, la advertencia sobre el deterioro sostenido de la seguridad alimentaria mantiene la preocupación vigente. La inflación cerró 2024 en 9,97% —la más alta desde 2008— y la crisis del diésel y las divisas sigue impactando al sector productivo y al bolsillo de las familias.