En un momento donde el planeta clama por soluciones sostenibles, una joven ingeniera boliviana decidió poner su conocimiento al servicio del medioambiente y de las comunidades más vulnerables. Su nombre es Grecia Bello, y su creación ya está dando de qué hablar dentro y fuera de Bolivia: Arakuaa, una máquina capaz de transformar botellas plásticas recicladas en hilos textiles reutilizables.

El nombre del invento, “Arakuaa”, significa “conocimiento” en lengua guaraní. Y no es casual. La inspiración de Grecia nació en la Chiquitania boliviana, una región que en 2023 sufrió incendios devastadores que afectaron profundamente a pueblos indígenas como la comunidad Isoseña Guaraní. Además de la pérdida de territorio, estas comunidades también vieron cómo se extinguían recursos naturales clave para su arte textil ancestral.

Conmovida por esta realidad y motivada por el deseo de dar una solución útil, Grecia desarrolló Arakuaa como parte de su tesis de posgrado en España. A su regreso, construyó el prototipo en el Fab Lab de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz) en Santa Cruz, invirtiendo un modesto presupuesto de aproximadamente Bs 10.000.
La máquina funciona mediante un sistema de extrusión, que derrite el plástico sin emitir gases tóxicos y lo convierte en filamentos útiles para el tejido. Así, el desecho plástico se transforma en una nueva oportunidad, tanto para el planeta como para la cultura.

Pero Arakuaa no es solo tecnología: es también un puente entre el pasado y el futuro. Al proporcionar una nueva fuente de materia prima, Grecia está ayudando a que los tejidos tradicionales no se pierdan y que comunidades indígenas puedan continuar con sus expresiones culturales sin depender de recursos naturales que ya no están disponibles.
El proyecto ha despertado interés internacional, y la joven ingeniera planea liberar los planos de la máquina para que cualquier comunidad del mundo pueda replicarla, adaptarla y beneficiarse de su impacto.

Con Arakuaa, Grecia Bello demuestra que la innovación con propósito puede cambiar realidades. Su historia es un ejemplo de cómo el conocimiento, cuando se combina con empatía, puede convertirse en una herramienta poderosa de transformación social y ambiental.
Fuente: UNIFRANZ