Bolivia enfrenta una compleja y creciente ola de bloqueos en al menos cinco departamentos del país, con más de 40 puntos de corte en carreteras, agresiones a civiles, ataques a ambulancias y acusaciones cruzadas entre las dos principales figuras del MAS: el expresidente Evo Morales y el actual mandatario, Luis Arce.

Desde el lunes, organizaciones sociales afines a Evo Morales han instalado bloqueos en vías troncales, justificando la medida por la crisis económica y exigiendo la renuncia de Arce. Sin embargo, desde el Gobierno central aseguran que el objetivo real es desestabilizar al país para forzar una candidatura “inconstitucional” de Morales.
La viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón, denunció que en estos bloqueos se han registrado más de 30 personas heridas, ambulancias atacadas e incluso agresiones a personal médico. “Ese es el tipo de violencia que se está generando, precisamente, por el señor Evo Morales”, afirmó. Según el reporte actualizado de la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC), se han identificado bloqueos en Cochabamba, Santa Cruz, Potosí, Oruro y La Paz.

En uno de los incidentes más graves, una madre con su recién nacido enfermo fue obligada a bajar de una ambulancia y caminar por varios kilómetros en el Trópico de Cochabamba. En otros casos, ambulancias fueron apedreadas y personal médico retenido y agredido, como ocurrió con un equipo de 11 trabajadores de salud en Oruro. El Ministerio de Salud solicitó a la Defensoría del Pueblo que acompañe a los equipos médicos para garantizar su seguridad y el derecho a la salud de la población.
La situación escaló aún más con la revelación de un audio en el que, supuestamente, Evo Morales instruye cercar La Paz y movilizar gente hacia la sede de gobierno. El Gobierno anunció que presentará una denuncia penal contra el exmandatario por delitos como terrorismo, instigación a delinquir, atentado contra la libertad de locomoción y obstaculización del proceso electoral.
La ministra de la Presidencia, María Nela Prada, fue contundente: “Morales sabe que ese audio es auténtico. Sabe también que hay más audios. Lo que estamos viendo es parte de un plan para sembrar zozobra y forzar su habilitación como candidato, a costa de la estabilidad del país”.
Mientras tanto, la Policía ha comenzado a intervenir en algunos puntos. Este jueves se logró despejar un intento de bloqueo en Santa Fe, municipio de San Carlos, donde personas afines a Morales habían colocado escombros y llantas durante la madrugada. Aunque hubo tensión con un grupo de mujeres que protestaron contra la intervención, la circulación fue restablecida. Las autoridades locales y vecinos colaboraron con la limpieza y advirtieron que las acciones violentas, además de afectar el tránsito, están dañando la infraestructura vial.

En paralelo, se mantiene un fuerte malestar social por el aumento del costo de vida, la escasez de combustibles y la falta de soluciones del Gobierno a la crisis económica. Sin embargo, los ministros del Ejecutivo se concentraron en pedir a los sectores movilizados que dejen pasar los camiones cisterna con gasolina y diésel, sin referirse directamente a los problemas estructurales que afectan a la población.
El trasfondo del conflicto no es menor. Morales y Arce, ambos líderes del Movimiento Al Socialismo (MAS), mantienen una pugna abierta por el control político del país. El presidente ha acusado públicamente a su antecesor de mentir sobre los motivos económicos de la protesta para encubrir su verdadero interés: retornar al poder.
Pese a la convulsión, el Gobierno reafirmó su compromiso de llevar adelante las elecciones generales previstas para el 17 de agosto. “El país no necesita este tipo de convulsiones. Nadie está por encima de la ley y la Constitución”, insistió Alcón, al cuestionar los intentos de reelección de Morales.
Con una población cada vez más golpeada por el desabastecimiento, el alza de precios y la incertidumbre política, Bolivia se encuentra en un punto crítico. Lo que comenzó como una protesta por supuestas razones económicas se ha convertido en una disputa de poder interna que arrastra a miles de ciudadanos en medio del caos.