Que no te gane el dedo.

Por Ezequiel Serres

Estamos en un momento clave de la carrera electoral. Un tiempo decisivo, donde cada palabra, cada imagen, cada mensaje puede pesar más de lo que parece. Y usted, como muchos, probablemente está recibiendo decenas —quizás cientos— de mensajes al día. Por WhatsApp, por Facebook, por TikTok, por donde sea. Algunos verdaderos y otros falsos.

Ese es el riesgo.

La desinformación no siempre grita. A veces susurra. Llega disfrazada de noticia urgente, de “dato” impactante, de cadena que “no quieren que sepas”. Y si no paramos un momento para pensar, puede que terminemos creyendo cosas que no son. Y lo que es peor: compartiéndolas.

Por eso, una sugerencia sencilla pero poderosa: antes de reenviar, revise.

¿De dónde viene ese mensaje? ¿Tiene fuente? ¿La fuente existe? ¿Es un medio reconocido? ¿Un periodista con trayectoria?

Los medios tradicionales y los periodistas que trabajan con ética no se lanzan a publicar cualquier cosa. Contrapreguntan, confirman, buscan versiones. ¿Se equivocan? Claro que sí, son humanos. Pero en la mayoría de los casos, cuidan lo más valioso que tienen: su credibilidad.

Usted también tiene algo valioso: su criterio.

Úselo. No se deje sorprender. No crea en todo lo que circula. Pregunte. Dude. Investigue. A veces basta con googlear una frase del mensaje para ver si ya fue desmentido. O con entrar a una página de verificación. Hay muchas: Chequea Bolivia, Bolivia Verifica, incluso medios internacionales si el tema es global.

No se trata de volverse desconfiado de todo. Se trata de ser curioso y responsable.

La desinformación gana cuando dejamos que el dedo comparta más rápido que la cabeza, piensa.

En esta etapa tan sensible, tan decisiva, eso puede marcar la diferencia.