“No podía respirar”: el infierno de Jos Verstappen, el día que casi muere envuelto en llamas en plena Fórmula 1

Fuente: Infobae

El 31 de julio de 1994, Jos Verstappen vivió el episodio más estremecedor de su vida. El joven piloto neerlandés ingresó a boxes durante el Gran Premio de Alemania y en segundos quedó atrapado en un infierno: su auto se incendió con él adentro. Las llamas lo envolvieron por 12 segundos. No podía ver, no podía respirar. Y por un momento, pensó que no saldría vivo.

Tres décadas después, Jos sigue en los circuitos, pero desde el otro lado: como el padre y mentor del actual tetracampeón mundial, Max Verstappen. Sin embargo, aquella imagen de su cuerpo en llamas sigue siendo una de las más impactantes en la historia de la Fórmula 1.

Un talento opacado por una leyenda

Jos Verstappen llegó a la F1 con todo el perfil de futuro campeón. Campeón nacional de karting, ganador en F3 alemana y estrella en ascenso, fue fichado por Benetton en 1994. Pero tuvo la mala suerte de compartir escudería con Michael Schumacher, quien ya estaba siendo moldeado como el elegido por Flavio Briatore.

Aunque logró dos podios ese año, nunca tuvo un auto competitivo ni el respaldo suficiente para pelear por más. Su nombre quedó relegado a ser “el padre de Max”… pero su historia merece ser contada.

El día que el fuego casi lo consume

En la vuelta 15 del GP de Alemania, Jos ingresó a boxes para una recarga de combustible. Lo que parecía una parada rutinaria se convirtió en una pesadilla: una pérdida provocó una explosión instantánea.

“Abrí la visera para tomar aire. Entonces vi venir el líquido. Antes de poder olerlo, ya estaba ardiendo. Todo se volvió oscuro y no podía respirar”, recordó Verstappen en entrevista con Motorsport.

Intentó quitar el volante, liberar los cinturones y escapar. Mientras tanto, los mecánicos corrían envueltos en llamas. Fue una escena dantesca, que recorrió el mundo y marcó la temporada más trágica del automovilismo, la misma que se llevó la vida de Ayrton Senna y Roland Ratzenberger.

Entre el fuego y la frustración

El accidente no lo alejó del deporte, pero fue un símbolo de su carrera: talento atrapado en las llamas del infortunio. Pasó por escuderías como Simtek, Footwork, Tyrrell, Stewart, Arrows y Minardi, pero nunca más volvió a subir a un podio.

“Jos era muy bueno. Pero lo subieron cuando Schumacher ya era imbatible. Lo quemaron. No lo dejaron crecer”, dijo Norberto Fontana, piloto argentino y amigo de Jos, en entrevista con Infobae.

El legado continúa sobre ruedas

Quizás fue ese sabor amargo lo que lo llevó a forjar con dureza el camino de su hijo Max. Viajaron por Europa en una furgoneta, mecánica propia, esfuerzo extremo. Hoy, ese niño al que entrenó sin descanso es uno de los grandes de la historia reciente.

Y Jos lo acompaña en cada carrera, callado, siempre al borde de los pits. Quizás recordando que estuvo a un suspiro de no poder ver nada de esto.